miércoles, 11 de abril de 2012

NO MÁS

He señalado con profunda convicción, que la protesta social debe ser garantizada por el Estado y defendida por los ciudadanos, pero que ésta no tiene porque culminar en la cárcel, el hospital ó el cementerio.

El pasado 20 de Marzo, cuando se conmemoraban 25 años del asesinato en predios de la UPTC del líder estudiantil Tomás Herrera Cantillo, dicho acto dio paso a una nueva pedrea.

La confrontación con el ESMAD tomó los ribetes de siempre, solo que en ésta oportunidad, la tula donde eran transportadas las papas bomba explotó, causando graves heridas y mutilaciones a seis estudiantes.

Dos días después de los hechos, falleció el joven Edwin Ricardo Molina Anzola, estudiante que cursaba el quinto semestre del programa de Sociales. La UPTC está de luto y un elevado costo ha sido endosado al Movimiento Estudiantil UPTCista.

En mi opinión, es momento de reflexionar. La dirigencia y las bases estudiantiles, deben al interior de la UPTC evaluar lo ocurrido, a fin de establecer la pertinencia ó no de algunos métodos de luchas.

La violencia en sí misma no es ni ha sido objetivo del Movimiento Estudiantil y por tanto debe ser vista como ajena, ya que con ella el establecimiento busca siempre deslegitimar su protesta, asociándola con el terrorismo.

Hoy con la misma vehemencia con que condenamos la siembra de minas antipersonales, debemos gritar exigiendo a los cuatro vientos, no más papas bomba.

El luto sembrado en el corazón de nuestro Pueblo, lo está arrodillando en la desesperanza, algo que históricamente ha sido y debe ser repudiado por el Movimiento Estudiantil.

Los mártires serán siempre recordados, pero el Movimiento Estudiantil asumiendo su principal responsabilidad, debe salvaguardar la existencia de quienes van acogido con entusiasmo las banderas de su lucha.