Voy a darle la bienvenida al
nuevo año, rindiendo un homenaje a esos seres humanos que a pesar del duro
trabajo que realizan, muy pocas veces reciben un saludo de buenos días o un
vaso de agua para mitigar su cansancio.
A los escobitas, como
solemos llamar a ese grupo de trabajadores que salen de sus hogares a las
cuatro de la mañana, con la misión de limpiar nuestra ciudad y recoger las
bolsas de basura que tapizan andenes, vías y plazoletas.
Los que de mañanita retiran
la hierba que por descuido invade el andén de muchas residencias, pero que al
hacerlo, se condenan a cumplir diariamente con esa pesada carga, sopena de ser
agredidos en no pocas ocasiones.
Ellos, que a diario acopian toda
suerte de residuos esparcidos sobre las vías, generalmente por acción de las
jaurías de perros que recorren la ciudad sin ningún control y en algunos casos,
por ciudadanos que reciclan.
Esa gente de origen humilde
y trato sencillo, que parecen destinados a soportar con nobleza los agravios
que retumban por todos lados, cuando la bolsa explota al levantarla.
Esos trabajadores que a la
una o dos de la tarde, solemos ver almorzando sentados en la soledad de algún andén,
espantando el cerco tendido por los perros y la actitud indiferente de los
transeúntes.
Esos conciudadanos, que
diariamente ponen en grave riesgo sus vidas, por ser obligados a trabajar con
el carro recolector siempre en movimiento y haciendo toda suerte de cabriolas
sobre las vías o en espacios poco adecuados para ello.
Un hecho del que todos somos
testigos, pero del que no decimos nada. Por eso creo, que la muerte de uno de
ellos acaecida en Tunja hace algunos días, exige la investigación de las
autoridades judiciales, laborales y de derechos humanos.
Esa familia no puede quedar
en el desamparo, contando las monedas de los días laborados y la precaria
liquidación de prestaciones sociales; el alto riesgo que se asume por ser escobita
en la ciudad, debe requerir el amparo de una póliza de seguros.
¿O para que sirve entonces, que
al empleador se le exija la adopción de un Sistema de Gestión de Seguridad y Salud
en el Trabajo?
A los escobitas, a quienes en
navidad los espera una cabalgata y la infernal carrera que deben soportar,
recogiendo las bolsas de estiércol que dejan los caballos. A ellos, les deseo un
año nuevo menos inhumano.