Resulta irresponsable
esculcar en el baúl de la intolerancia, en busca de excusas para justificar que
los jóvenes de las clases populares, se sigan matando en medio de una guerra,
que nos imponen quienes siempre han gobernado.
La desigualdad y exclusión
social y económica que imperan en nuestra sociedad, han permitido por cinco
largas décadas, una guerra de guerrillas cuyos frutos no salen de la selva y terminan
sepultados en fosas comunes.
A la paz le digo sí, porque es
un derecho del pueblo colombiano, porque el proceso de reinserción con el que
se ha comprometido las Farc-Ep, tiene grandes posibilidades de éxito y porque el
establecimiento ha comprendido, que la derrota del adversario no llega y la
espera ha resultado extremadamente onerosa.
A la paz le digo sí, porque
ese anhelo ha permitido que el gobierno colombiano y el E.L.N. asuman una
agenda que hará posible en el mediano plazo su desmovilización.
A la paz le digo sí, porque
la comunidad internacional y sus organismos multilaterales, confían en la
sinceridad de los diálogos y acuerdos de La Habana y acoge complacida el
compromiso de participar en su construcción.
A la paz le digo sí, porque
le abre a la nación colombiana la posibilidad de fortalecer su democracia e
instituciones y eliminar las
organizaciones de delincuencia común que nos deja el narcotráfico y el
paramilitarismo.
A la paz le digo sí, porque
con su advenimiento podremos aunar esfuerzos para construir una nueva
ciudadanía, que haga causa común con las autoridades para proscribir la
corrupción e impunidad de nuestra sociedad.
A la paz le digo sí, porque
nos merecemos la oportunidad de reflexionar y decidir sobre el país que
queremos, porque Colombia debe ser un compromiso de los Colombianos, y no la
presa de caza de los gendarmes del capital multinacional.
A la paz le digo sí, porque
nuestros municipios y departamento, deben tener la oportunidad de sacudirse ese
poder clientelista, que los ha convirtió en tobogán electoral con economías de
precarias y muchas necesidades insatisfechas.
A la paz le digo sí, y por
eso hoy pensando en ese mañana por venir, los invito a construir un movimiento social
por la paz con liderazgo popular, para evitar que la politiquería nos frustre
el camino de cambio que ese sueño necesita.
Desde la hermosa Tunja, y de
pie en la loma que vio germinar el trigo por primera vez en nuestra América, a
la paz le digo sí.