Desde que tuvieron
ocurrencia los paros Campesino y Camionero, el pueblo boyacense ha dejado de
comer entero, por fortuna hoy creemos pero dudamos; es por ello, que en ese
mundo de rumores que ha sobrecogido la política regional, lo que se exige es claridad
a sus actores.
Sin perder de vista, que transparencia
y eficacia nada tienen que ver con los discursos, son los hechos que el
ciudadano puede palpar, los que avalan o
no su existencia en la gestión de los gobernantes.
Pretender hacer creer que
existe una conspiración de la derecha nacional para estropear la imagen del
gobierno departamental, es un vano intento por ocultar que el desempeño de
nuestra economía regional registra un decrecimiento del 1.3%
Es más, preocupa que en
tiempos de un dólar extremadamente sobrevalorado, nuestras exportaciones
continúen a la baja, registrando a abril de 2.017 una caída del 28.4% y que las importaciones sigan igual
tendencia, presentando para el mismo mes un descenso del 54.2%
Invocar en ésta reflexión
los registros que presenta la variable inversión, oscurece aún más este
panorama, ya que nos acostumbramos a esperar lo que buenamente nos dé el
gobierno central o las esporádicas iniciativas de propietarios de unidades
productivas ya existentes.
Para nadie es un secreto,
que el desempleo que acompaña al Gobierno de Amaya, Pedraza, Romero,
Castiblanco y Rodríguez; ha llegado en Junio de 2.017 al 11% ubicando a Boyacá por encima del índice
nacional.
Hay motivos para dudar, pues
el ingreso familiar pierde poder adquisitivo en medio de la carencia de políticas que promuevan entornos
socio-económicos favorables, a la instalación de nuevas unidades productivas a
nivel industrial y agroindustrial.
El rebusque no puede ser la
alternativa para los cientos de estudiantes que reciben su título de bachiller,
y que no tienen la fortuna de ser beneficiarios de una de las becas de Ser Pilo
Paga.
Nos hemos quedado adormilados
aguardando el milagro que vendrá con el auge de la actividad turística, sin
darnos a la tarea de construir la infraestructura que ésta demanda e ignorando
que el empleo allí generado es sustancialmente precario.
Para Boyacá es mejor no
comer entero, nada ha cambiado y todavía es posible cambiar, si los boyacenses asumimos
seriamente el compromiso de aprender a elegir; no es posible un mejor mañana,
si en los gobiernos departamental y municipal, siempre están presentes los
mismos.