“…y mientras caminaba con el cortejo
hacia el altar, sobre el piso brillante de aquella nave central, empecé a
acariciar la idea de hacer algún día un homenaje a su vida y su legado.”
No sé si ese compromiso primigenio
que dio origen a la obra CASI LO OLVIDO, este cumplido o su autor nos haya
abierto la puerta para que sea enriquecido; pero hoy 14 de noviembre de 2.022, solo
puedo asegurar, que sobre la margen izquierda de la página 295, descansa el
separador de lectura.
He pasado 154 días escudriñando en al
menos 8.400 líneas, toda referencia escrita sobre Germán Pinzón Espinel, el más
grande dirigente estudiantil que ha recorrido las aulas y pasillos de nuestra
U.P.T.C., despertando por su coherencia política, la ira de los organismos de
seguridad del Estado Colombiano.
Una búsqueda, en la que Eduardo
Pinzón le brinda al lector de CASI LO OLVIDO, la oportunidad de disfrutar la
cadenciosa danza de la prosa con la poesía, mientras en la esencia de su relato
familiar, se devela el vínculo sagrado de lo cotidiano con lo trascendental.
A medida que avanzaba en la lectura,
los recuerdos de estudiante en el Colegio Miguel Jiménez López se iban agolpando
en mi memoria, cobrando vida aquellos momentos en los que nos volábamos a
escuchar los elocuentes debates políticos de Germán, cuya vigencia la atestigua
hoy el Teatro Fausto bajo la mirada connivente de la Plaza Central Camilo
Torres Restrepo.
Al término de cada una de esas
Asambleas Estudiantiles, salíamos siempre a marchar con destino a la Plaza de
Bolívar, en el acostumbrado recorrido por la Avenida Maldonado y la carrera 10,
mientras se iba caldeando con el paso de las horas, el choque con la Policía.
De regreso a los predios de la Universidad,
los estudiantes de la Normal y Miguel Jiménez “armados” con tarros y baldes nos
tirábamos a las riberas del rio Farfacá (o La Vega), a sacar piedra que los universitarios
le lanzarían a la policía.
Una tarea que se cumplía con mucho
entusiasmo, mientras degustábamos algunas peras que nos brindaba el huerto de
la familia Arenas; placer que un día se transformó en miedo y llanto, pues el
niño Carlos Julio Mongui -hijo de un
trabajador de servicios generales de la Normal Nacional Superior de Varones- moría víctima de una bala de gas lacrimógeno disparada
por la policía.
En aquellos días, cuando la tarde
comenzaba caer, las Directivas de la Normal y la Comandancia de Policía, acordaban
siempre evacuar a los estudiantes en una travesía que se cumplía recibiendo
coscorrones y patadas, a través de la Avenida Central hasta la Glorieta Norte donde
se levanta el Monumento a la Raza.
De ahí que el gran Aquiminzaque sea testigo
insobornable, que no todos los que allí llegaban se iban para su casa, algunos
eran subidos a los camiones de la Policía y llevados al Cuartel, donde se asegura,
eran lavados y golpeados, mientras afuera sus progenitores intentaban su
entrega con ayuda de la rectoría.
Son muchos los recuerdos que se
tienen de hechos inspirados en el Mayo Francés del 68 y afincados en nuestra
penosa realidad socio económica e institucional, en los que German Pinzón,
Celso Montaña, Guillermo Valencia, Jorge Sierra, Canguro, Hernando Benítez, Germán Téllez, y
muchos otros dirigentes, dejaron en Tunja y para el Movimiento Estudiantil
Upetecista, un ejemplo de coherencia política que debe ser rescatado.
«La imaginación al poder.»
Fuente: Sorbona.
«Somos demasiado jóvenes para esperar.»
Fuente: Anónimo.
«Sed realistas, exigid
lo imposible.»
Fuente: Censier.
Antes de terminar éstas líneas, debo
confesar que en mi opinión, el aporte de German Pinzón Espinel a la
construcción de una conciencia política en el Movimiento Estudiantil aún está
por ser reivindicado, y no es menos cierto, que el Estudiantado Upetecista está
en mora de romper el silencio frente a su asesinato.
No hay duda, muchas de las consignas
que recorrieron las calles de Paris, también lo hicieron en la ciudad de Tunja,
de la mano de German y una generación que se preparó para construir el cambio,
pero que el Estado terminó torturando, desapareciendo o asesinando, sin lograr arrebatarle
a la juventud, la bandera de lucha por un nuevo amanecer.
«Desabrochen el cerebro tan a menudo como la
bragueta.»
Fuente: Odeón.
«Un pensamiento que se estanca es un
pensamiento que se pudre.»
Fuente: Sorbona.
«No se encarnicen tanto con los edificios,
nuestro objetivo son las instituciones.»
Fuente: Sorbona.