Después de la reelección,
los medios sacaron de circulación las gestiones de paz y mandaron de “vacaciones”
a los negociadores de La Habana, gracias a la irrupción en Brasil del “niño genio del fútbol” y el “Bendito”
Pekerman.
Sin que lograra silenciar
los gritos de indignación del pueblo brasileño, ha terminado el mundial de fútbol,
enviando al “olvido” los compromisos adquiridos en segunda vuelta por el
presidente de Colombia.
Mientras se jugaba el
Mundial, nadie se preocupó por indagar, sobre la agenda que el gobierno de Juan
Manuel Santos presentará en la legislatura que comienza el 20 Julio próximo.
Una agenda, que nos
permitirá comprobar si el presidente reelegido tiene o no la voluntad de honrar
los compromisos que adquirió, para lograr que su candidatura fuera votada el 15
de Junio a pesar de su controvertido primer gobierno.
No hay hasta ahora una política
de Estado por la paz, hecho que
posibilita que en el corto plazo, un eventual gobierno por ejemplo del Centro Democrático
o del Partido Conservador, se sienta con derecho a no respetar el proceso de
reconciliación nacional.
Una eventualidad que
adquiere un nivel significativo de certeza, si tenemos presente la inocultable
polarización política existente, y la creencia del gobierno de poder alcanzar
la paz, pactando únicamente con los grupos guerrilleros e ignorando las demandas
de los sectores sociales en conflicto.
Creencia absolutamente
infantil, porque el conflicto armado hinca sus raíces en la inequidad que
genera el modelo neoliberal que se aplica en Colombia, y que es responsable del empobrecimiento y
exclusión de amplios sectores de nuestra población.
Buscar la desmovilización de
la guerrilla de un lado, mientras de otro reprime y judicializa la protesta
social, podrá restarle protagonismo al conflicto armado, pero no construir la
paz.
De mantenerse en el mediano
plazo, las condiciones políticas de la presente coyuntura, nada asegura que
algunas de las causas que han originado el conflicto armado sean superadas desde
el congreso, por lo que resulta indispensable la participación protagónica de
las organizaciones sociales y populares.
El presidente Juan Manuel
Santos sabe que el pueblo colombiano, defenderá en la calle el proceso por la
paz, pero está obligado a cumplir sin dilación alguna los compromisos
adquiridos en su primer gobierno y para la reelección.