El miedo a un nuevo mandato
presidencial bajo la influencia directa del expresidente Álvaro Uribe Vélez y
los anhelos de paz del pueblo colombiano, han permitido en un proceso electoral
indecente, la reelección del presidente Juan Manuel Santos.
La desmovilización de las
FARC-EP se aceptó como un hecho inminente, mientras el gobierno anunciaba el
acuerdo con el ELN, para adelantar la fase exploratoria de conversaciones que
permitan concertar una agenda con idéntico propósito.
Tras la revelación del
gobierno, se asegura por parte del ELN, que en la oficina del Comisionado de Paz
se modificó el punto sexto del Comunicado Conjunto suscrito el 7 de Junio por
las delegaciones designadas.
Un cambio unilateral que se
registra tres días después de firmado, no contribuye a generar confianza, pero sí
deja entrever el tipo de paz sobre la que el gobierno está dispuesto a
negociar.
Suprimir “…construir un país
en paz y equidad.” del texto rubricado, para reemplazarlo por “…la construcción de una paz estable y duradera.”,
tiene sin duda hondo significado político.
Tal comportamiento parece
indicarnos, que en un eventual proceso de reconciliación, no es suficiente la
presencia de garantes internacionales, para
que se cumpla lo pactado tras la desmovilización de los grupos guerrilleros.
Es indispensable la
presencia de un garante nacional, que hoy estaría bien representado en el
Frente Amplio por la Paz, si la Izquierda y las Organizaciones Sociales,
deciden asumir con entusiasmo el protagonismo que la coyuntura exige.
Un garante participativo que
llegada la hora y de la mano de la sociedad civil, otorguen con la refrendación
de los acuerdos de desmovilización, el verdadero mandato para la terminación
del conflicto armado en Colombia.
Un mandato irrefutable
apoyado en la movilización ciudadana, para que las reformas sociales,
políticas, económicas e institucionales que deba acoger el Congreso Nacional,
le otorguen al proceso por la paz la calidad de irreversible.
Si aún soñamos con una
Colombia decente, ese miedo que nos llevó a las urnas el pasado 15 de Junio,
debe ser transformado en la irrenunciable decisión de marchar de frente con el
Frente Amplio, por la paz y la ampliación de nuestra democracia.
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