Recordemos que a comienzos
de 2.016, la Sala de Casación de la Corte Suprema de Justicia, entendiendo que
el adicto es un enfermo y no un delincuente, determinó que la dosis mínima es
la cantidad de SPA que el consumidor necesita, para estar en armonía consigo
mismo y su entorno.
De ahí, que quienes
sean encontrados con una dosis igual o menor a la que se establece por ley (20
gramos de marihuana y 5 gramos de cocaína), no puedan ser “raqueteados” y menos
detenidos.
No obstante, el
Fiscal General Néstor Humberto Martínez, en compañía de la Policía Nacional, busca
que un decreto sea sancionado por el Presidente Iván Duque, para reformar la reglamentación de dicha
dosis, poniendo énfasis en el consumidor y el espacio público.
No hay duda, con ésta
nueva cruzada en contra del microtráfico, regresará legitimada la vieja
práctica policial, de perseguir a golpes a los habitantes de calle y “cargarlos”
para mostrar resultados, o a su amparo, allanar universidades y demás
Instituciones Educativas.
El miedo volverá a
los cambuches, reviviendo esos días en
los que Juan filmó en Tunja el
documental Tras el Humo del Disparo, y que tuvieron como hecho deplorable, los
muertos que la nueve milímetros dejaba en las calles de nuestra ciudad.
Un acto de
intolerancia social contra los adictos a la bareta y bazuco, del cual jamás las
autoridades civiles y de policía, presentaron resultado alguno sobre sus
inspiradores y sicarios.
No es hora de
“visajes chimbos”, la incautación de “bichas” en las calles no es una práctica
nueva, como tampoco lo es, la falta de control sobre dichas cantidades, lo cual
hace posible toda suerte de “vueltas”, en las que los adictos resultan siempre
ser victimizados.
Con esa vieja estrategia nada
se ha logrado, pues mientras en las calles o salones de clase, se incautan a
sacudones “bichas” de $ 1.000, toneladas
de coca y marihuana salen al mercado mundial, cancelando “millonarios peajes”.
Un nuevo show contra el
adicto se pondrá de moda, mientras siguen operando “ollas” a las que por años
se les ha hecho inteligencia o continúan llegando sin problemas, las “bombas” que
surten expendios resguardados por niñas y niños “campaneros.
Hago en grandes pinceladas esta
reflexión, para invitar a las Personerías Municipales, Defensoría del Pueblo,
Procuraduría, Organizaciones Sociales, etc; a proteger los derechos de esos
hijos de la pobreza y los hogares disfuncionales, que sufren en la calle el
olvido de nuestros gobernantes y la muerte despide como N.Ns.
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