martes, 29 de abril de 2014

DESLEGITIMANDO

El paro agrario que comenzó el 19 de agosto de 2.013, es sin lugar a dudas en Colombia y especialmente en Boyacá, un acontecimiento histórico que tuvo como protagonistas indiscutidos, la valerosa lucha campesina, la solidaridad ciudadana y la brutal represión del Esmad.

Por ello, aquel sábado 7 de septiembre de 2.013 una vez suscrita el Acta Final de la Mesa Regional Agropecuaria Boyacá, Cundinamarca y Nariño; los representantes de la golpeada institucionalidad, se propusieron debilitar al movimiento campesino.

Gobierno y gremios que han sido abiertamente cuestionados y denunciada ante el mundo su incompetencia, dieron de inmediato paso a una estrategia divisionista, que tiene como telón de fondo el llamado Pacto Agrario.

Ese liderazgo campesino que surgió arrollador en los campos de Boyacá, debía ser contenido y deslegitimado. Y el papayazo se dio al asomarse por uno de los balcones del Palacio de Liévano en la ciudad de Bogotá.

Se comienza a hablar de “traición” al campesinado, y se inician acercamientos con personajes que a la postre vienen sirviendo de instrumentos calumniosos, en contra de quienes habían logrado que el gobierno firmara cuarenta y dos (42) compromisos con el campo.

Escandalizar en los medios, el acuerdo pactado internamente para brindarle recursos económicos al movimiento, es el más miserable de los intentos por deslegitimar al dirigente agrario y ofrecerlo en bandeja para una eventual judicialización.

Es más, en Tunja se organizan infructuosas reuniones en las se intenta relevarlo, a pesar de que ha sido reiteradamente investido como el vocero de esas voluntades indignadas, que dieron origen a la Dignidad Agropecuaria.

De ahí que no resulte extraño que el presidente, los ministros de Interior y Agricultura, promuevan sin ningún empacho, a los Rondón Pérez, Mesa Chicamocha y Torres Chivata; que descaradamente se han prestado para fraccionar a la Dignidad Papera.

Nada es gratuito, deslegitimando el liderazgo campesino que encarna Cesar Pachón, el gobierno busca sacarlo de la mesa para imponer en la negociación, las propuestas que ha concertado con los gremios.


Esa estrategia que el gobierno ha desplegado durante los últimos ocho meses, debe ser denunciada, para que la causa de los campesinos colombianos no sea saboteada, bajo el ruidoso sainete de unos precios altos que desaparecerán con la cosecha.

lunes, 21 de abril de 2014

FERMIN


Apostado en el andén, bajo la placa de mármol incrustada desde 1928 en la fachada del Club Boyacá, Fermín ha montado “su oficina”, desde la cual todas las mañanas le canta a los transeúntes, que pasan por la carrera decima camino de la Plaza de Bolívar o saliendo de ella.


“Aprendí a crecer, por la ciudad vacía,
buscándome el pan, pan, pan, de cada día.”

“…Y todos los días, y todos los días 
los diarios publicaban porquerías, 
todos los días, todos los días... ”


Raras son las ocasiones, en que el silencio lo acompaña. Pero podría suceder por falta de un contertulio que estimule su espíritu polémico o porque como dice él, toda rokola que se respete, siempre necesitó que le echaran monedas para seguir sonando. 

Ese bumangués cuya apariencia física evoca al mítico Camilo Torres Restrepo, no gusta para nada de los curas, repudia la adicción a la tortura exhibida durante la Inquisición, el abuso sexual de menores y la poca identidad que profesan por la causa de los pobres.

Severo al atribuirle al Partido Conservador, la responsabilidad por el atraso que registra nuestro departamento y la ciudad de Tunja en particular; asegura que para no perder el tiempo, jamás ha tenido la intensión de ejercer su derecho al voto.

Egresado bachiller del  Colegio Sugamuxi  e Ingeniero Civil titulado con toga y birrete en la Universidad La Gran Colombia, asegura que en séptimo semestre compartió aula de clase con Andrés Almarales, el legendario comandante del M-19 que dirigió la toma del Palacio de Justicia.

En los días en que al bilingüismo buscan imponerlo en nuestras instituciones educativas, Fermín es un aventajado; sus años de residencia en Europa y particularmente en Alemania, le permiten hablar con alguna fluidez francés y alemán, algo de lo que  muy pocos docentes pueden ufanarse en Boyacá.

Aunque su apariencia puede estimular tal pretensión, debo precisar para que nadie se confunda, que Fermín no es otro  ciudadano más en condición de calle en nuestra ciudad. Es por encima de toda consideración, un excelente conversador.

Dueño de opiniones y conceptos que defiende con razón y vehemencia, obligando a quien asuma el riesgo de ser su interlocutor, a estar bien informado; porque él lo está, gracias al inseparable radio de pilas, que lo acompaña en las largas noches de soledad en su cambuche.