Desde hace un tiempo, he venido escuchando de habitantes de la calle, sobre las agresiones físicas que reciben a palo y puntapiés de algunos taxistas de la ciudad de Tunja.
¿Qué podría motivar tales palizas? Las respuestas recibidas eran muy diversas hasta la semana anterior, cuando transitaba por la carrera 11 con calle 25 y un grupo de taxistas llamó mi atención, para que dialogáramos.
Confieso que el susto fue enorme, pero ellos tranquilizaron el ambiente señalando que leían los escritos que publicaba en los periódicos, motivo por el cual me querían comentar que estaban “…mamados de patiar ladrones e indigentes…”
Según ellos, la tarea comienza con la localización del “paciente”, el cual una vez atrapado es amarrado de pies y manos, para luego propinarle la correspondiente paliza, hasta “…dejarlo medio muerto…”.
A través del radioteléfono informan a la policía y antes que lleguen los motorizados, ellos abandonan el sitio, y son los agentes quienes requieren ó no la presencia de los bomberos para que se brinde auxilio al “paciente”.
Si llegare a fallecer, que aclaran insistentemente, no es el objetivo, ha quedado constancia de las diligencias realizadas por las autoridades, para brindarle atención humanitaria.
Un procedimiento que al aparecer, no siempre se cumple porque el “paciente” de ñapa es arrestado, pero que exige un pronunciamiento de las autoridades; si alguien ha delinquido lo licito es judicializarlo, pero a nadie se puede apalear por ser habitante de la calle.
Debo aceptar con profundo realismo, que circunstancias como ésta, no han tenido ninguna transcendencia al ser puestas en conocimiento de la Personería Municipal o la Defensoría del Pueblo. ¿Será que a estos “pacientes” no los ampara la ley?
Por lo que invito a la Mesa Permanente para la Defensa de los Derechos Humanos y lo Público, para que nos indique a los Tunjanos, la forma cómo podemos invocar su amparo. ¡Queremos ser escuchados y que los derechos se respeten!
¿Qué podría motivar tales palizas? Las respuestas recibidas eran muy diversas hasta la semana anterior, cuando transitaba por la carrera 11 con calle 25 y un grupo de taxistas llamó mi atención, para que dialogáramos.
Confieso que el susto fue enorme, pero ellos tranquilizaron el ambiente señalando que leían los escritos que publicaba en los periódicos, motivo por el cual me querían comentar que estaban “…mamados de patiar ladrones e indigentes…”
Según ellos, la tarea comienza con la localización del “paciente”, el cual una vez atrapado es amarrado de pies y manos, para luego propinarle la correspondiente paliza, hasta “…dejarlo medio muerto…”.
A través del radioteléfono informan a la policía y antes que lleguen los motorizados, ellos abandonan el sitio, y son los agentes quienes requieren ó no la presencia de los bomberos para que se brinde auxilio al “paciente”.
Si llegare a fallecer, que aclaran insistentemente, no es el objetivo, ha quedado constancia de las diligencias realizadas por las autoridades, para brindarle atención humanitaria.
Un procedimiento que al aparecer, no siempre se cumple porque el “paciente” de ñapa es arrestado, pero que exige un pronunciamiento de las autoridades; si alguien ha delinquido lo licito es judicializarlo, pero a nadie se puede apalear por ser habitante de la calle.
Debo aceptar con profundo realismo, que circunstancias como ésta, no han tenido ninguna transcendencia al ser puestas en conocimiento de la Personería Municipal o la Defensoría del Pueblo. ¿Será que a estos “pacientes” no los ampara la ley?
Por lo que invito a la Mesa Permanente para la Defensa de los Derechos Humanos y lo Público, para que nos indique a los Tunjanos, la forma cómo podemos invocar su amparo. ¡Queremos ser escuchados y que los derechos se respeten!
"Que ha de ser de la vida,
si el que canta
no levanta su voz en las tribunas
por el que sufre"
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