En la esquina de la carrera 9 con calle 16, se erige una vieja construcción propiedad de la curia arzobispal, donde funciona el Gimnasio Gran Colombiano en medio de precarias condiciones de infraestructura locativa y logística.
En esa institución educativa municipal, reciben enseñanza primaria y secundaria 970 niños y jóvenes tunjanos, de familias estrato 1, 2 y 3 bajo; de los cuales 620 son beneficiarios del restaurante escolar.
Ese almuerzo, es el único alimento que muchos de esos niños reciben durante el día, y es de diario acontecer, que estudiantes no beneficiarios ofrezcan canjear labores de aseo por comida, y se les niegue ese derecho por falta de recursos.
Hoy, dicho servicio está en peligro de ser cancelado por las instancias de control del Ministerio de la Protección Social e Instituto de Bienestar Familiar, debido a la pésima calificación que ha recibido.
El restaurante sólo cuenta con una estufa, dos ollas, seis mesas, setenta sillas, platos y vasos, todo en mal estado, como resultado de su intensivo uso por seis años consecutivos.
No existe la posibilidad de una adecuada conservación de alimentos, ya que la nevera y congelador, hace muchos meses se encuentran fuera de servicio, circunstancia que tiene en peligro la salud de jóvenes y niños.
En la búsqueda de soluciones, el deseo de rectoría, docentes y Asociación de Padres de Familia de realizar colectas ó bazares para proveerse de recursos que permitan suplir tanta necesidad, ha sido prohibido.
El compromiso del Acalde Montejo de ayudarlos se olvido, y quizá por ello, las comunicaciones que le han sido remitidas, se han quedado todas sin respuesta; obligando a la presidenta de Asopadres a interponer un recurso de tutela.
Lo que ocurre en el Gimnasio Gran Colombiano, exige la intervención inmediata de los Organismos de Control, para que sean protegidos del hambre y la desidia, los derechos de los niños y jóvenes que allí estudian.
En esa institución educativa municipal, reciben enseñanza primaria y secundaria 970 niños y jóvenes tunjanos, de familias estrato 1, 2 y 3 bajo; de los cuales 620 son beneficiarios del restaurante escolar.
Ese almuerzo, es el único alimento que muchos de esos niños reciben durante el día, y es de diario acontecer, que estudiantes no beneficiarios ofrezcan canjear labores de aseo por comida, y se les niegue ese derecho por falta de recursos.
Hoy, dicho servicio está en peligro de ser cancelado por las instancias de control del Ministerio de la Protección Social e Instituto de Bienestar Familiar, debido a la pésima calificación que ha recibido.
El restaurante sólo cuenta con una estufa, dos ollas, seis mesas, setenta sillas, platos y vasos, todo en mal estado, como resultado de su intensivo uso por seis años consecutivos.
No existe la posibilidad de una adecuada conservación de alimentos, ya que la nevera y congelador, hace muchos meses se encuentran fuera de servicio, circunstancia que tiene en peligro la salud de jóvenes y niños.
En la búsqueda de soluciones, el deseo de rectoría, docentes y Asociación de Padres de Familia de realizar colectas ó bazares para proveerse de recursos que permitan suplir tanta necesidad, ha sido prohibido.
El compromiso del Acalde Montejo de ayudarlos se olvido, y quizá por ello, las comunicaciones que le han sido remitidas, se han quedado todas sin respuesta; obligando a la presidenta de Asopadres a interponer un recurso de tutela.
Lo que ocurre en el Gimnasio Gran Colombiano, exige la intervención inmediata de los Organismos de Control, para que sean protegidos del hambre y la desidia, los derechos de los niños y jóvenes que allí estudian.
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