Sobre la calle 18 de Tunja,
camino de la avenida oriental a la novena
abrigada en su acostumbrada soledad,
se desplaza la espigada figura
de Raúl Sandoval Escobar.
Mientras sortea la empinada cuesta,
sus manos tejen sin parar figuras de alambre,
y sus ojos escudriñándolo todo
gatean presurosos sobre el piso.
No existe en el Centro Histórico,
un ápice de espacio que no haya recorrido,
ni transeúnte a quien no le haya ofrecido
sus esbeltas bicicletas.
Qué manera de hacerle el amor a la vida,
qué manera más inofensiva de abrazar la libertad,
y así todos los días
desde que sale el sol hasta el ocaso.
Solo a ti pertenece,
la forma sublime que elegiste
para excitar tu intimidad;
y sin embargo,
un cenáculo de imbéciles
se abrogó el derecho a profanarla.
II
Como en otras ocasiones,
aquella madrugada del 27 de marzo de 2003,
te invitaron a pasear,
confiaste en ellos porque los conocías.
Como sospechar
que bajo el cielo de Piedra Gorda en Sora,
esos miserables
a mansalva te arrebatarían la vida.
Al amparo de las sombras
han asesinado a un hombre bueno,
y en el corazón de sus familiares y amigos
la ira y el dolor se hace incontenibles;
maldito el ser que sentencio tu muerte,
maldito sea quien disparó a tu cuerpo.
III
Tus asesinos
no tendrán un epilogo de impunidad y olvido,
pues como don supremo
la sangre llama
y la amistad obliga.
“Renegado”
paz en la tumba que te acogió,
y que flores siempre vivas te acompañen,
entonando cantos de vida, amor y libertad.
PD. En Tunja, durante el período Oct. 2002 y Marzo de 2003, fueron asesinados cuarenta y un habitantes de calle. Hoy el silencio impune cobija tales hechos.
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