La lectura del Malleus Maleficarum no logró trastrocarme el sueño en pesadilla, como sí lo hizo el contenido del acta correspondiente a una reunión realizada el 02 de Agosto de 2011, en la oficina del Alcalde de Tunja.
Soñé que la majestad del Teatro Fausto era violentada, por la curvilínea pasarela que allí habían instalado algunos de los grupos de prepagos, que dicen andan seduciendo a la comunidad universitaria.
El glorioso Paraninfo donde recibí orgulloso mi titulo de economista, bajo la mirada de nuestro decano Doctor Sigifredo Rodríguez; había sido convertido en Inspección de Policía con calabozo adjunto.
La Plaza Camilo Torres Restrepo era profanada por los jibaros que en el campus universitario representan a las ocho “ollas”, que aseguran han migrado para protegerse de la acción policial que se adelanta en la ciudad.
El diamante de beisbol Francisco “Pepe” Castro, abandonado por los años y destruido por la desidia de las administraciones de la UPTC, yacía invadido por los “chirrietes” que osaron matricularse para soplar “bichas” de mil doscientos pesos.
El campo de futbol, glorioso en los tiempos del “Pingo” García y el “Chato” Bernal, era el lugar de descanso de los “atracadores”, que aseguran se pavonean por pasillos y jardines de la universidad.
Las tumbas muiscas que en antaño abrigaron en sus predios los cuerpos inertes de nuestros antepasados, eran deshonradas por los señalados mercaderes, que las convirtieron en caletas de armas.
Y como en una tenebrosa obra de teatro, desde los verdes matorrales que bordean el río La Vega, surgió una voz intermitente exigiendo un desfile de botas y uniformes camuflados por los predios de la UPTC.
Ante el furtivo requerimiento, arribaron de otras épocas indignadas las siluetas de los líderes estudiantiles Germán Pinzón, Germán Téllez, Hernando Benítez, Canguro, Mañe y muchos otros, abandonando la tarima que les entregó la historia, para defender la dignidad de nuestra universidad.
Sobresaltado desperté, porque ante el horrendo panorama de mi pesadilla, había comenzado a gritar que la UPTC había sido traicionada y era allanada de día y de noche una y otra vez, con la excusa de judicializar los “delincuentes”.
Compañeros, esa acta debe ser objeto de un análisis sereno y propositivo en el seno de la UPTC, porque ya se le dio vía libre a la cacería de brujas, con la misma vehemencia que lo hicieron los monjes que escribieron el Malleus Maleficarum.
Hoy frente al silencio del computador y mientras escribo estas líneas con la esperanza de verlas publicadas, no puedo dejar de sentir tristeza, al contemplar inmolada la dignidad de la universidad.
Soñé que la majestad del Teatro Fausto era violentada, por la curvilínea pasarela que allí habían instalado algunos de los grupos de prepagos, que dicen andan seduciendo a la comunidad universitaria.
El glorioso Paraninfo donde recibí orgulloso mi titulo de economista, bajo la mirada de nuestro decano Doctor Sigifredo Rodríguez; había sido convertido en Inspección de Policía con calabozo adjunto.
La Plaza Camilo Torres Restrepo era profanada por los jibaros que en el campus universitario representan a las ocho “ollas”, que aseguran han migrado para protegerse de la acción policial que se adelanta en la ciudad.
El diamante de beisbol Francisco “Pepe” Castro, abandonado por los años y destruido por la desidia de las administraciones de la UPTC, yacía invadido por los “chirrietes” que osaron matricularse para soplar “bichas” de mil doscientos pesos.
El campo de futbol, glorioso en los tiempos del “Pingo” García y el “Chato” Bernal, era el lugar de descanso de los “atracadores”, que aseguran se pavonean por pasillos y jardines de la universidad.
Las tumbas muiscas que en antaño abrigaron en sus predios los cuerpos inertes de nuestros antepasados, eran deshonradas por los señalados mercaderes, que las convirtieron en caletas de armas.
Y como en una tenebrosa obra de teatro, desde los verdes matorrales que bordean el río La Vega, surgió una voz intermitente exigiendo un desfile de botas y uniformes camuflados por los predios de la UPTC.
Ante el furtivo requerimiento, arribaron de otras épocas indignadas las siluetas de los líderes estudiantiles Germán Pinzón, Germán Téllez, Hernando Benítez, Canguro, Mañe y muchos otros, abandonando la tarima que les entregó la historia, para defender la dignidad de nuestra universidad.
Sobresaltado desperté, porque ante el horrendo panorama de mi pesadilla, había comenzado a gritar que la UPTC había sido traicionada y era allanada de día y de noche una y otra vez, con la excusa de judicializar los “delincuentes”.
Compañeros, esa acta debe ser objeto de un análisis sereno y propositivo en el seno de la UPTC, porque ya se le dio vía libre a la cacería de brujas, con la misma vehemencia que lo hicieron los monjes que escribieron el Malleus Maleficarum.
Hoy frente al silencio del computador y mientras escribo estas líneas con la esperanza de verlas publicadas, no puedo dejar de sentir tristeza, al contemplar inmolada la dignidad de la universidad.
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