En
los días de la globalización económica y social, la crisis de las economías de
Estados Unidos y la Unión Europea, han
puesto en evidencia los peligros que acechan al soberbio capital financiero.
Como
en el mercado los actores económicos no piensan igual ni obran igual, es
preciso obligarlos a que escriba igual, a fin de que los registros contables publiquen
el secreto comercial que ha estado presente en todos los negocios.
Para
el capital financiero es necesario controlar la información no solo de los
principales tributarios del gran rio, sino de toda la cuenca, incluidos los
espejos de agua que se han formado bajo las banderas de las formas asociativas
sin amino de lucro.
Las
Normas Internacionales de Información Financiera, son el instrumento elegido
por el Internacional Accounting Standards Board, con el propósito de detectar
oportunamente, irregularidades en los mercados financieros y de capitales.
Si
bien dichas normas tienen su origen privado, el capital ha dejado a los
organismos multilaterales su promoción, a fin de garantizar que los Estados
Nacionales se comprometerán con su rigurosa aplicación.
A esas
normas le sigue el software, y gracias a la vigencia de los derechos de
propiedad intelectual, por ésta vía la información financiera de las empresas
que acuden al mercado de bienes y servicios, hará parte de un complejo banco de
datos.
Con
las NIIF se impondrá el interés del agente financiero por encima de las
consideraciones técnicas del contador, los requerimientos legales de los
abogados, las necesidades de las unidades económicas o la conveniencia de los Estados.
En
nuestro caso, la entrada en vigencia de los TLCs suscritos por el gobierno, es
suficiente motivo para que éste y los sectores a beneficiarse con dichos
tratados, presionen la aplicación plena e inmediata de dichas Normas.
Todos
los actores económicos han quedado expuestos a la fiebre producida por las NIIF
y gracias a la especulación que rodea el tema, al acecho del enjambre de
asesores y expertos que ha surgido en el país del rebusque.
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