martes, 25 de octubre de 2016

PAZ y DEMOCRACIA, un debate inaplazable


Después del resultado electoral del 2 de Octubre, ante la mirada indiferente de ese 64% de colombianos que hace de todo menos opinar y decidir, los demás se han venido declarando amigos insobornables de la paz y de las víctimas del conflicto armado.

Es más, da la impresión de haberse puesto de acuerdo para soslayar las inocultables contradicciones surgidas durante los cuatro años de negociaciones en La Habana y las encontradas posturas políticas con las que fueron recibidos sus Acuerdos.

Hoy, todos los actores políticos y sus simpatizantes, concurren a la plaza pública a gritar viva la paz, como si ésta fuera solo una consigna con la que buscamos hermanarnos, para evitar el riesgo de ver erosionado el capital político acumulado.

Allí muchos dirigentes eluden en nombre de la unidad, hacer referencia a esa paz de la que en privado controvertimos y sobre la que han surgido métodos y propósitos distintos y en no pocos casos opuestos.

La construcción de la paz es una tarea política, en la que inevitablemente chocarán el uribismo con los sectores democráticos y de izquierda, teniendo como telón de fondo, las miles de hectáreas de tierra que fueron usurpadas y luego legitimadas.

El uribismo en nombre de la competitividad y el crecimiento económico, se opondrá a que los desposeídos regresen como propietarios a sus tierras, y a toda iniciativa de democratizar la propiedad rural en Colombia.

Hay interés en frustrar los vientos renovadores, que se avizoran con el ejercicio político de la dirigencia insurgente, por ello, la derecha busca reaglutinarse izando la bandera de un acuerdo nacional.

Nada se gana aplazando el debate sobre la paz que deseamos y en cambio sí favorece a los sectores económicos y políticos interesados en limitar o impedir la implementación de los Acuerdos de La Habana.


Paz y democracia son motivos inseparables y suficientes, para que asumamos con entereza su examen político con los sectores de derecha, ya que lo contrario, es facilitarles la tarea de escamotear la posibilidad histórica de construir una Colombia decente.