martes, 2 de octubre de 2018

Y LA EXCUSA, SERÁ LA DOSIS MÍNIMA.



Recordemos que a comienzos de 2.016, la Sala de Casación de la Corte Suprema de Justicia, entendiendo que el adicto es un enfermo y no un delincuente, determinó que la dosis mínima es la cantidad de SPA que el consumidor necesita, para estar en armonía consigo mismo y su entorno.

De ahí, que quienes sean encontrados con una dosis igual o menor a la que se establece por ley (20 gramos de marihuana y 5 gramos de cocaína), no puedan ser “raqueteados” y menos detenidos.

No obstante, el Fiscal General Néstor Humberto Martínez, en compañía de la Policía Nacional, busca que un decreto sea sancionado por el Presidente Iván Duque,  para reformar la reglamentación de dicha dosis, poniendo énfasis en el consumidor y el espacio público.

No hay duda, con ésta nueva cruzada en contra del microtráfico, regresará legitimada la vieja práctica policial, de perseguir a golpes a los habitantes de calle y “cargarlos” para mostrar resultados, o a su amparo, allanar universidades y demás Instituciones Educativas.

El miedo volverá a los cambuches,  reviviendo esos días en los que  Juan filmó en Tunja el documental Tras el Humo del Disparo, y que tuvieron como hecho deplorable, los muertos que la nueve milímetros dejaba en las calles de nuestra ciudad.

Un acto de intolerancia social contra los adictos a la bareta y bazuco, del cual jamás las autoridades civiles y de policía, presentaron resultado alguno sobre sus inspiradores y sicarios.

No es hora de “visajes chimbos”, la incautación de “bichas” en las calles no es una práctica nueva, como tampoco lo es, la falta de control sobre dichas cantidades, lo cual hace posible toda suerte de “vueltas”, en las que los adictos resultan siempre ser victimizados.

Con esa vieja estrategia nada se ha logrado, pues mientras en las calles o salones de clase, se incautan a sacudones  “bichas” de $ 1.000, toneladas de coca y marihuana salen al mercado mundial, cancelando “millonarios peajes”.

Un nuevo show contra el adicto se pondrá de moda, mientras siguen operando “ollas” a las que por años se les ha hecho inteligencia o continúan llegando sin problemas, las “bombas” que surten expendios resguardados por niñas y niños “campaneros.

Hago en grandes pinceladas esta reflexión, para invitar a las Personerías Municipales, Defensoría del Pueblo, Procuraduría, Organizaciones Sociales, etc; a proteger los derechos de esos hijos de la pobreza y los hogares disfuncionales, que sufren en la calle el olvido de nuestros gobernantes y la muerte despide como N.Ns.