jueves, 20 de diciembre de 2012

EL SALARIO MINIMO


La mesa de concertación del Salario Mínimo, ha sido convertida en un sainete de burócratas, que cada año repite su inocuo parlamento, sin dar al trabajador la oportunidad de sobrevivir con dignidad.

Una cita a la que llegan unidos el gobierno y los dirigentes gremiales, arropados en las estadísticas del DANE y el fantasma del desequilibrio macroeconómico, con la misión de proteger la competitividad empresarial eludiendo todo compromiso con el salario real.

Los dirigentes sindicales arriban cada uno por su lado, unos con la idea de ponerle una piedrita a la caída perpendicular en el poder de compra del salario, y otros con el deseo de ser nominados gracias al favor del Presidente, para un puesto en la OIT o en el Ministerio del Trabajo.

Mientras se escenifica ese guion del miserabilismo social y económico, los trabajadores aguardamos en casa frente al televisor, a que los  noticieros nos comenten los avances de la negociación.

El porcentaje concertado o impuesto por decreto, nos es dado como un regalo de navidad que desaparece automáticamente todos los primeros de Enero, con el anuncio en cada municipio del incremento en el pasaje del transporte urbano.

¿Por qué todos los años lo mismo? Nos hemos acostumbrado a salir del trabajo a vender corbatas y bisutería a domicilio, o a alquilar un taxi para cuadrar en las horas de la noche el dinero que falta para los gastos del día siguiente.

Si en Colombia, al menos los 2.1 millones de Colombianos que ganan un SM se unieran a los 6.3 millones de compatriotas que sobreviven con menos de él, otro gallo cantaría al momento de negociar con el gobierno y los empresarios.

Esa decisión exige que cambiemos nuestra actitud conformista, que estemos dispuestos a enfrentar nuestra tragedia en la movilización social e incluso,  a remover a algunos miembros de la dirigencia sindical.

Con 2.0 millones de desempleados, no queda mucho por pensar. Continuamos amargados viendo televisión o asumimos el compromiso de descubrir un mañana menos sombrío para nuestras familias.  ¡Vamos Todos a un Paro Nacional!

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