martes, 5 de noviembre de 2013

LAGARTOS

Del libro “A mí que me esculquen”, me he permitido extractar algunas de las veintisiete preguntas, que Daniel Samper Pizano incluyó en uno de esos Test Testiculados, que elabora para descubrir la presencia de lagartos.


¿Le da serenata al jefe  el día de su onomástico y termina la tanta cantando “Las mañanitas”?

¿Alguna vez ha enviado un reportaje al periódico con las preguntas confeccionadas por usted?

Cuándo hay mucha gente esperándolo en su oficina, ¿se asoma y le grita a la secretaria: “si me llama el ministro dígale que no estoy”?

¿Cuándo pide un favor empieza diciendo. “tú sabes que yo detesto lagartear…”?

¿Cuándo se encuentra con un amigo más o menos importante, siente la tentación de arreglarle el nudo de la corbata?

¿Cuándo anuncian crisis de gabinete, se pone nervioso y manda cepillar el frac?


Cuánta razón tenía Daniel Samper, al advertirnos que el clima frio favorece la proliferación de lacertilios, permitiendo en nuestra fauna social, la presencia de lagartos novicio, correveidile, comisionista, trepador y etc., etc.

Y sin embargo, es la politiquería el egosistema que le ha permitido mutar a través de toda suerte de cruces incestuosos, convirtiendo a la subclase politicum, en un indeseable pero prospero depredador socio-económico.

De ahí que sea habitual,  hallarla directa o indirectamente incrustada a cualquier título en el presupuesto de las entidades públicas, y que sea peligroso, causarle algún tipo de incomodidad o molestia.

Si no quiere ser despedido o judicializado, recuerde la sabía advertencia del maestro Daniel “…en la zoomitología colombiana, pocos animales más temidos y más temibles que el lagarto”.

Y pensar que el mismo día que se recibe el título de bachiller o profesional, el primer pensamiento que se agolpa en la mente del graduado, es el de acudir a alguno de los políticos del municipio, para “lagartear”  un contrato en las entidades del Estado.

Nadie con un mínimo de decencia, puede negar que los lagartos son una triste realidad, que ha permitido concentrar los beneficios del poder en manos de unos pocos, favoreciendo la asignación irregular de los recursos públicos.      






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