miércoles, 2 de julio de 2014

DE FRENTE POR LA PAZ


El miedo a un nuevo mandato presidencial bajo la influencia directa del expresidente Álvaro Uribe Vélez y los anhelos de paz del pueblo colombiano, han permitido en un proceso electoral indecente, la reelección del presidente Juan Manuel Santos.

La desmovilización de las FARC-EP se aceptó como un hecho inminente, mientras el gobierno anunciaba el acuerdo con el ELN, para adelantar la fase exploratoria de conversaciones que permitan concertar una agenda con  idéntico propósito.

Tras la revelación del gobierno, se asegura por parte del ELN, que en la oficina del Comisionado de Paz se modificó el punto sexto del Comunicado Conjunto suscrito el 7 de Junio por las delegaciones designadas.

Un cambio unilateral que se registra tres días después de firmado, no contribuye a generar confianza, pero sí deja entrever el tipo de paz sobre la que el gobierno está dispuesto a negociar.

Suprimir “…construir un país en paz y equidad.” del texto rubricado, para reemplazarlo por “…la   construcción de una paz estable y duradera.”, tiene sin duda hondo significado político.

Tal comportamiento parece indicarnos, que en un eventual proceso de reconciliación, no es suficiente la presencia de garantes  internacionales, para que se cumpla lo pactado tras la desmovilización de los grupos guerrilleros.

Es indispensable la presencia de un garante nacional, que hoy estaría bien representado en el Frente Amplio por la Paz, si la Izquierda y las Organizaciones Sociales, deciden asumir con entusiasmo el protagonismo que la coyuntura exige.

Un garante participativo que llegada la hora y de la mano de la sociedad civil, otorguen con la refrendación de los acuerdos de desmovilización, el verdadero mandato para la terminación del conflicto armado en Colombia.

Un mandato irrefutable apoyado en la movilización ciudadana, para que las reformas sociales, políticas, económicas e institucionales que deba acoger el Congreso Nacional, le otorguen al proceso por la paz la calidad de irreversible.

Si aún soñamos con una Colombia decente, ese miedo que nos llevó a las urnas el pasado 15 de Junio, debe ser transformado en la irrenunciable decisión de marchar de frente con el Frente Amplio, por la paz y la ampliación de nuestra democracia.

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