Lo acontecido con Brasil y Argentina en el Mundial de Futbol de Sudáfrica, deja grandes enseñanzas; siendo la principal, que la sumatoria de buenos jugadores, no integra un equipo victorioso.
Y en política ocurre algo semejante, ya que el encuentro per se de buenos líderes políticos regionales y nacionales, no siempre permite construir un Partido con vocación de gobierno.
A menos que despojados de intereses personales o de secta, asuman el compromiso de hacer política en común, convocando la participación de la militancia y simpatizantes, en la búsqueda de soluciones prácticas a los problemas de los diferentes sectores sociales.
Esa es la coyuntura que presenta hoy el Polo, cada parlamentario o dirigente, está asumiendo como propio un electorado, y por ello, cree tener derecho a obrar según sus propias convicciones, en abierto desprecio por la construcción organizativa y política del Partido.
A esta “segmentación” hay que ponerle bolas, porque favorece el establecimiento, malogra acercamientos con otros partidos, genera desconfianza en las organizaciones sociales e inhibe el apoyo popular.
No se trata de imponer una disciplina de perros como mañosamente adujo el presidente de la CGT, es simplemente garantizar la vigencia de la democracia al interior del Partido, para impedir que se “anarquice” su funcionamiento.
El buen desempeño que han tenido los parlamentarios del Polo, debe estar acompañado de un vigoroso respaldo popular, y para ello es urgente tender lazos de comunicación que permitan que la política del Polo sea percibida.
El PDA debe desarrollar su proyecto político, no necesita parecerse a nadie porque generara confusiones, debe ocupar con decisión y en forma vigorosa la construcción de un genuino Partido de Izquierda.
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